De desequilibrios, mujeres y ¡oh my God! patologías

Las mujeres representamos casi el 52% de la población mundial. Cuando sistemáticamente somos minoría en determinados entornos, estamos siendo testigos de un desequilibrio tremendamente antinatural. Los desequilibrios son disfuncionales. Las disfuncionalidades no nos dejan fluír* y si no fluímos, no avanzamos por el camino adecuado, el que nos corresponde como seres humanos.

No puedo recordar una época de mi vida adulta y «semi-adulta» en la que no haya estado involucrada de una forma u otra en la defensa recuperación de espacios para la mujer. Este compromiso me ha acompañado durante tantos años, que necesariamente forma parte de mi esencia. Cuando te acostumbras a ver la vida a través de un determinado «caleidoscopio a veces rosa- a veces violeta», ocurre que con frecuencia olvidas que tu forma de mirar no es la de todos los que te rodean. Puede suceder, por poner un par de ejemplos, que muchas mujeres y hombres no vean el desequilibrio en espacios, sectores y aforos en los que la presencia femenina siempre es minoritaria. Sucede que algunas nunca jamás han sentido la discriminación a causa de su género, así que no encuentran razones para asumir el compromiso por recuperar derechos que ellas consideran que jamás les han sido negados. Pero esta actitud no deja de ser «miope» y de estar centrada en una misma.

Resulta que perpetuar determinadas realidades sin ni siquiera cuestionarlas, equivale a fomentar una injusticia.Y aquí es donde me pongo ya definitivamente incómoda y «tocanarices» y pregunto, ¿esa injusticia es fruto de la sociedad tradicionalmente manejada por «hombres- no cómplices» que nos ha tocado como herencia o es el resultado de que nosotras mismas no movamos ni un dedo por cambiar las cosas? Te pregunto, ¿has hecho todo lo posible por ayudar a otras mujeres a avanzar en entornos profesionalmente hostiles?, ¿si te piden ayuda extiendes tu mano o estás tan ansiosa por romper el puñetero techo de cristal que ni siquiera te giras para mirar a las que vienen detrás tuya? Pues de vez en cuando hay que reflexionar acerca del papel que otras mujeres que cuestionaron en su día el modelo imperante, han jugado y juegan en tu vida: no siempre pudimos ser jurídicamente independientes, no siempre tuvimos la posibilidad de ir a la Universidad, de elegir a nuestros gobernantes o de decidir con quien queríamos compartir el resto de nuestras vidas. De hecho, en la mayor parte del globo terráqueo, hay muchas mujeres que siguen viviendo en esas condiciones, encarceladas en su género. Nuestra visión primer-mundista-ombliguista a veces nos ciega y nos hace pensar que ya está todo conseguido.

Muchas tendréis que perdonarme lo obvio, pero es que otros tantos se creen que las cosas siempre fueron como las vivimos, que el mundo es un lugar sano y que todo es igual de fácil para todos los seres humanos de cualquier hemisferio. Lo peor de todo es que no se entienda que nuestro «cabreo» (al que a mí me gusta llamar compromiso) tiene mucho que ver con hacer una devolución a la vida de sufrimiento que otras tuvieron que escoger para que hoy disfrutemos de existencias independientes, llenas de futuro y en las que sólo los límites que decidamos auto-adjudicarnos podrán frenar nuestros sueños. Y por supuesto, tiene mucho que ver con seguir avanzando para que TODAS las mujeres, en cualquier rinconcito del mundo, desde que nacen, no sufran una mutilación existencial a causa de su género. Personalmente creo que la tecnología es el camino para conseguirlo, pero eso lo dejo para otro post.

Y por supuesto, sostengo que no es una tarea exclusiva de las mujeres, necesitamos «hombres-cómplices» a la hora de catalizar el cambio (yo misma no sabría hacerlo sin el que me ha acompañado en esta «batalla» los últimos 15 años de mi vida), pero desde luego sin el ejercicio de la responsabilidad individual que nos corresponde a cada una de nosotras, a lo único que estaremos contribuyendo es a perpetuar un mundo peligrosamente desequilibrado, enfermo y en el que el sufrimiento de muchos, sostiene la felicidad artificial de unos pocos.

*Cuando utilizo el término «fluír» lo hago en la dimensión en la que M.Seligman lo delimita en la Psicología Positiva.
** Este post está rotundamente inspirado en el post de Cate Sevilla «Are women in tech their own worst enemy?» y es una reverencia desde lo más profundo de mi alma a las mujeres que como Arfa, cada día se juegan la vida diciendo NO.             

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