Las cosas bonicas
Soy adicta a la actualidad. Es mi droga dura. Llevo quitándome siglos, pero no lo consigo. Con mi amiga Marta, que también le da a esto muy fuerte, nos reímos mucho, porque cuando nos vemos nos preguntamos que en qué somos expertas esa semana en concreto. Solemos coincidir, faltaría más.
Asumir la dependencia y bromear con el asunto no significa disfrutar de la experiencia, de hecho, en estos tiempos de desinformación y fake news y clickbait es vivir en la más intensa de las toxicidades. Así que hace poco más de dos meses decidí hacer algo, porque ya no podía más con el estercolero en el que se habían convertido los momentos en los que simplemente quería echar un vistazo a lo que estaba sucediendo en el mundo. Así nació la «Cosas Boniquis», una sencilla y mínima newsletter que llega a la inbox de mis amigas a las 7:30h. cada mañana con dos links a buenas noticias, cosas bellas, gestos maravillosos de esos que despliegan algunos seres humanos.
A la semana de ponerla en marcha, mi amiga Ire sugirió la sección «Cosis graciosis», así que además de los dos links a cosas que te conectan con «the bright side of life», hay un link a algo con lo que lloramos de risa. La «Cosas Boniquis» me ha salvado la vida. ¿Y cómo ha sido eso?
Cambiar el foco para lograr otro resultado
Relacionarte con el mundo de la información de actualidad con el objetivo de «pescar» cosas bellas me ha hecho poner el foco precisamente en eso, en las cosas lindas. Que el mundo está hecho mierda no es algo que vayamos a descubrir precisamente ahora, pero poner la mirada (también) en la belleza de la vida, es un ejercicio de resistencia y terapia tan grande, que el resultado de todo este experimento me ha sorprendido hasta a mí: estoy menos cabreada (que no indignada), estoy canalizando mi enfado en cosas más constructivas y lo más importante: estoy más cerca de mis maravillosis amiguis. Transformar la rabia en sentimiento colectivo optimista es el primer paso para no paralizarse. Entender que siempre hay margen para mejorar las cosas es esperanzador. Saber que no estás sola es simplemente revolucionario.
Preparo cada «Boniquis» justo antes de irme a dormir, hoy toca el número 60. Me duermo con dos cosas bellas y una carcajada como últimos momentazos de la jornada. Y además, sabiendo que mis amiguis van a arrancar el día con ese mismo percal. ¿Hay algo más bonito que eso?