Durante décadas, el relato hegemónico del emprendimiento ha orbitado alrededor de una misma travesía: crecer, escalar, vender. El «exit» siempre en el horizonte. Pero esa narrativa, tan funcional a la industria de la inversión empieza a resultar insuficiente para quienes construyen proyectos que nacen con el propósito de permanecer. Y paradójicamente, para una parte de la propia industria de la inversión que empieza a cuestionarse su propio modelo.
Hace unas semanas inicié la serie «Financiar la calma» escribiendo sobre la oportunidad perdida de Twitter: cómo un espacio creado entre millones se transformó en un activo especulativo en cuestión de días. Aquello abrió una pregunta distinta, más íntima y más política: ¿y si la salida, el «exit» no fuese hacia arriba, sino hacia dentro?
Un Exit to Community (E2C) propone exactamente eso, devolver el control a quienes sostienen un proyecto, no a quienes puedan pagarlo. Pero esta transición no se activa con un cambio jurídico. Es, sobre todo, un proceso cultural. Una manera de imaginar la continuidad que invita a emprender con calma, con comunidad y con raíces.
En un post posterior, abordé tres ejemplos de proyectos emprendedores y empresariales, muy dispares entre sí, que ya habían dado el paso para atraer recursos a través de esta fórmula. Y hoy te propongo una hoja de ruta en siete pasos para preparar un E2C desde la filosofía y la práctica.
1. Nombrar la comunidad
Antes de hablar de propiedad, hay que hablar de pertenencia. Los proyectos no se sostienen solo con dinero o con esfuerzo fundador, lo hacen a través de una constelación de personas (usuarios, trabajadores, colaboradoras, proveedores, aliadas-…) cuya presencia, aunque a veces invisible, hace posible que una empresa siga siendo.
Nombrar a la comunidad implica reconocer quién aporta valor de verdad. Implica desplazar el “yo” para abrir espacio al “nosotros”. Es el primer gesto de salida hacia dentro: convertir lo tácito en explícito, lo individual en colectivo.
2. Construir confianza
La confianza es el suelo de cualquier E2C. No se compra, se cultiva cuando la transparencia deja de ser un eslogan y se convierte en una práctica cotidiana. Algunas prácticas concretas para trabajar la confianza son escuchar antes de decidir, permitir que la información circule sin jerarquías y tratar los desacuerdos desde el cuidado.
Se trata de que la confianza no sea tan solo un accesorio emocional, sino que mute a infraestructura. Es lo que permite que una comunidad imagine, sin miedo, que la empresa puede ser también suya.
3. Empezar por la gobernanza
La tentación habitual es empezar por mover acciones, estatutos o acuerdos mercantiles. Pero ningún papel cambia una cultura si la cultura permanece igual. Antes de tocar la propiedad, hay que tocar la estructura invisible que la sostiene.
Aquí la práctica importa más que la forma: abrir procesos de consulta, repartir la toma de decisiones, invitar a la comunidad a participar en cuestiones relevantes, explicar por qué se hace lo que se hace. Incluso dentro de una SL tradicional es posible introducir pequeñas grietas por las que se cuela la democracia.
4. Imaginar futuros posibles
Cada comunidad tiene su propio metabolismo. Por eso, un E2C no responde a un único modelo. Necesita imaginación antes que ejecución. Hay proyectos cuyo destino natural es convertirse en cooperativa; otros funcionan mejor si una asociación actúa como titular; algunos requieren una fundación que proteja el propósito; otros encajan en redes federadas. Ninguna de estas formas debe asumirse como definitiva desde el principio. Este paso consiste en explorar posibilidades, no en comprometerse con ellas. Imaginarlas es una forma de preparar el terreno para que, llegado el momento, la decisión sea natural y no forzada.
5. Crear instrumentos de transición
Una transición hacia la propiedad comunitaria no es abrupta ni lineal, requiere herramientas que permitan pasar de un modelo a otro sin poner en riesgo la estabilidad del proyecto. Aquí aparecen mecanismos que sirven como puentes: acuerdos de recompra gradual, préstamos participativos, aportaciones sociales, pequeñas rondas de crowdequity, fondos internos que se alimentan de la propia comunidad, mecanismos híbridos que redistribuyen poder simbólico antes de redistribuir poder económico… es un proceso orgánico.
No se trata de desmantelar lo que existe, sino de permitir que otra forma de propiedad crezca desde dentro, como quien trasplanta un árbol cuidando cada raíz.
6. Formalizar la transferencia
Cuando todo lo anterior ya está en marcha, la transferencia de propiedad deja de ser un salto y se convierte en un paso natural. Para entonces, la comunidad ya existe, la confianza se ha consolidado, la gobernanza se ha distribuido y la transición financiera está en camino.
El cambio jurídico (convertirse en cooperativa, ceder participaciones a una asociación, establecer una fundación que custodie el propósito o transformar una SL en otra fórmula jurídica) es simplemente la formalización de una práctica cultural que ya estaba sucediendo.
7. Financiar la calma
Todo E2C necesita recursos, pero no cualquier tipo de recursos. No sirve el capital que corre, presiona o exige retornos acelerados. Hace falta dinero paciente: inversión que no quiere salir, sino permanecer.
En España existen instrumentos potentes para ello: aportaciones sociales voluntarias, títulos participativos como los que rescataron Duralex, microinversión ciudadana, cooperativas de crédito, crowdequity ético o fondos que priorizan la misión y no la multiplicación.
Financiar la calma no es financiar la lentitud, es financiar la continuidad, la suficiencia, la democracia aplicada a la economía cotidiana y posibilitar que una comunidad que desea que un proyecto viva y permanezca pueda comprar tiempo, margen y agencia.
Salir hacia dentro: democracia en movimiento
Un Exit to Community no es solo una alternativa empresarial, es una forma distinta de imaginar lo común. Propone que las empresas no se vean condenadas a venderse para lograr el éxito, ni obligadas a crecer de manera ilimitada para ser consideradas valiosas. Salir hacia dentro significa devolver el control a quienes crean valor, sostener proyectos que merecen seguir vivos y practicar democracia desde la economía real, no solo desde las instituciones formales.
Si algo de todo esto te resuena y te gustaría imaginar una salida hacia dentro para tu propio proyecto, no dudes en contactarme. En el marco de mi investigación doctoral he ido trazando procesos, mapas y caminos posibles para este tipo de transiciones. Quizá podamos recorrer juntos el tuyo.
Este post forma parte de la serie «Financiar la calma». Si quieres mantenerte al tanto de la publicación de artículos similares, te animo a suscribirte a La Slow Newlstter, tu pausa semanal para emprender con calma.

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