El «exit» hacia dentro: tres historias que demuestran que financiar la calma es posible

En «Twitter podría haber sido tuyo. Y mío» escribí sobre la oportunidad que perdimos para hacernos con una red social que pudo haberse convertido en propiedad de quienes la habitábamos, pero acabó vendida al mejor postor. En el texto introducía una idea sencilla y radical: el Exit to Community, o salir hacia dentro. En lugar de vender una empresa a quien más paga, se transfiere el control a quienes realmente la sostienen: su comunidad, sus trabajadoras, sus usuarios o clientes.

Este post continúa esa conversación, pero desde otro ángulo: no el de las oportunidades perdidas, sino el de las que ya se están materializando. Tres proyectos (un músico, una cooperativa de intérpretes y un fabricante de vajillas) nos muestran que financiar la calma no es una utopía, sino una práctica muy real que nos permite activar imaginaciones hasta ahora relegadas al rincón de lo no posible.

SongADAO: de artista solitario a comunidad que financia la continuidad creativa

Jonathan Mann lleva más de una década componiendo y publicando una canción al día. En lugar de vender su catálogo o firmar con un sello discográfico, eligió un camino distinto: convertir su proyecto en una cooperativa digital, una DAO llamada SongADAO.

Una DAO (Decentralized Autonomous Organization) es una comunidad online que toma decisiones de forma colectiva y transparente, usando tecnología blockchain para gestionar fondos y acuerdos. En lugar de una dirección tradicional, el poder se distribuye entre sus miembros, que votan cómo se usa el dinero y hacia dónde evoluciona el proyecto tras haber adquirido uno de sus NFTs. Un NFT vendría a ser un “ticket digital único” que demuestra que formas parte de una comunidad. En SongADAO, tener uno de esos tickets te permite convertirte en miembro. Puedes participar en las decisiones colectivas y votar cómo se usan los ingresos del proyecto.

La DAO posee los derechos y los ingresos de todas las canciones de Mann. Quien compra uno de sus NFTs no adquiere una promesa especulativa, sino un lugar en la comunidad que decide colectivamente cómo usar esos recursos, cómo financiar nuevas producciones, licenciar canciones, o pagar a quienes contribuyen con su trabajo. Jonathan ya no es un artista que monetiza a su audiencia, sino un miembro más de una comunidad que sostiene económicamente su propia existencia creativa. Cobra no por ser dueño, sino por su patronaje: su aportación diaria de trabajo y talento.

Lo más interesante es que aquí no hay extractivismo de la comunidad. Los miembros no compran para obtener rentabilidad, sino que activan oportunidades: buscan sincronizaciones (colocar canciones en películas, anuncios o series), colaboran, producen y difunden. Cada ingreso generado alimenta el tesoro común, que se redistribuye según las contribuciones.

SongADAO no persigue el crecimiento infinito, sino la sostenibilidad de una práctica. Es pura economía del cuidado aplicada a las industrias creativas: un sistema donde la continuidad vale más que la propiedad.

Signalise: profesionales independientes y autónomos que se organizan para sostener su propio trabajo

Signalise nació en el Reino Unido con una idea simple, que las personas sordas y los intérpretes de lengua de signos pudieran organizar su propio servicio sin depender de intermediarios. Hoy es una cooperativa de plataforma con tres tipos de miembros: profesionales, usuarios e inversores comunitarios. Todos tienen una voz, un voto y un interés compartido en que el servicio funcione.

Su forma de atraer recursos económicos es un ejemplo paradigmágtico de control del propio ritmo en relación a la financiación de un proyecto emprendedor desde sus inicios. En lugar de acudir a fondos de inversión o endeudarse, lanzaron una campaña de acciones comunitarias (community shares). Cualquier persona podía invertir desde 100 libras, con un interés modesto y no garantizado. Recaudaron más de 300.000 libras en sus inicios. Con ese capital desarrollaron su plataforma tecnológica y consolidaron contratos con el NHS, el sistema público de salud británico.

El capital ciudadano que entra en Signalise es paciente, espera. Si un año no hay beneficios, nadie cobra intereses. El retorno no es financiero, sino social: un servicio más justo, empleo estable para intérpretes autónomos, mejor atención para la comunidad sorda. El proyecto combina ingresos de contratos públicos y clientes privados con financiación comunitaria y pequeñas donaciones, creando un ecosistema económico híbrido donde el dinero circula sin exigir prisa, porque los propios trabajadores que prestan el servicio y los clientes que hacen uso del mismo, son los inversores.

Signalise demuestra que financiar la calma puede ser tan concreto como esto: profesionales que, en lugar de competir, se agrupan para compartir el riesgo y la estructura. La independencia no desaparece; se vuelve sostenible.

Duralex: el icónico fabricante de vajillas que se salvó colectivamente

Durante décadas las vajillas francesas Duralex han formado parte del paisaje cotidiano en los comedores escolares, los bares y tu casa. Pero la empresa, fundada en 1945 y golpeada en los últimos años por el precio de la energía y la deslocalización, entró en crisis y fue pasando de propietario en propietario sin que ninguna de las grandes compañías y fondos que se hicieron con su control en distintas etapas de su historia consiguieran recuperar el dinero ni tan rápido ni tan multiplicado como esperaban.

En verano de 2024, ante un cierre que parecía inevitable, la plantilla se puso en marcha y consiguió que el tribunal de comercio de Orléans, donde está ubicada la factoría, aprobara su conversión a SCOP (cooperativa de trabajadores). Los empleados asumieron el control, las administraciones públicas regionales respaldaron el rescate y los inversores recuperaron un dinero que se habría esfumado con una bancarrrota.

El pasado 2 de noviembre lanzaron una campaña inédita a través de LITA, una plataforma de inversión de impacto.Cualquier persona podía invertir desde 100€ en titres participatifs (un instrumento financiero cooperativo) con 8 % de interés anual, plazo de 7 años y sin derecho a voto. La respuesta fue abrumadora: 16 millones de euros de inversión recaudados en menos de 48 horas. La ley francesa establece que Duralex solo podrá aceptar 5 millones de ese monto. Lo destinarán a modernizar la fábrica y relanzar la marca.

El control sigue estando en manos de los trabajadores; el capital, en manos de la ciudadanía. Toda una salida hacia dentro y hacia alrededor: un exit a los empleados, sostenido por la comunidad. Duralex se salvó no por un milagro industrial, sino porque miles de personas decidieron invertir en lo que querían seguir viendo existir. No para especular, sino para preservar un bien común cotidiano: platos y vasos que resistan, como la propia empresa, el paso del tiempo.

Financiar la calma

SongADAO, Signalise y Duralex operan en mundos distintos (la música, los servicios comunitarios, la industria), pero comparten una misma raíz: la idea de que el valor debe quedarse donde se genera. En todas ellas, el dinero deja de ser un fin y se convierte en una forma de cuidado.

Los tres casos muestran algo evidente: cuando la propiedad y la financiación se alinean con el propósito, las empresas dejan de ser mercancías y se convierten en infraestructuras de vida. No necesitamos más velocidad, sino ecosistemas económicos que no se rompan cada vez que cambian de manos.

Y claro que estas historias no son recetas. Algunos incluso las tacharán de excepciones (como si Google, Amazon, Open AI o Tesla no lo fueran), pero lo que desde luego sí que nos muestran son señales de que existe otra forma de sostener un proyecto emprendedor. Más lenta, más colectiva, más fiel a lo que lo hace valioso.

Esto es, en definitiva, financiar la calma. Pura democracia aplicada al sustento.

Este post forma parte de la serie «Financiar la calma». En la siguiente entrega propongo una hoja de ruta en siete pasos para aterrizar un Exit to Community. Si quieres mantenerte al tanto de su publicación, te animo a suscribirte a La Slow Newlstter, tu pausa semanal para emprender con calma.


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