Taller de Reflexión. Eduardo Galeano. Septiembre de 1999
Mi madre guarda cada uno de mis libros de texto, trabajos y cuadernos en la casa de mi familia en el corazón de la sierra madrileña. Ayer pasé allí la noche. Cuando lo hago, me gusta bucear entre todos esos papeles que pertenecen a otras épocas y encontrarme conmigo misma. Me topé con un cuaderno que solía llevar a todos lados cuando estaba en la universidad. En él había unas cuantas notas de un taller con Eduardo Galeano al que asistí en 1999 en Casa de América. Fue una experiencia tremendamente inspiradora. Leer a Galeano siempre lo es, así que pasar dos días escuchándole y conversando con él, marcó el ritmo de algunos de mis pensamientos para siempre. Me apeteció seleccionar algunas de las frases con las que más disfruté en aquel momento y con las que aún hoy, trece años después, me sigo sintiendo identificada. Son joyas a base de palabras. Muy propio de Don Eduardo. Aquí todas ellas:
- Ayuda escribiendo a tomar conciencia de que el mundo está patas arriba.
- En este mundo, quien no tiene hambre de pan, tiene hambre de abrazos.
- Pobre es el que no tiene tiempo para perder el tiempo.
- Hay libros que multiplican el alma y otros que la encogen.
- El arte, cuando es verdadero, ayuda a mirar y a mirarte.
- ¿Cómo vas a construir la macrohistoria si no eres capaz de construir la microhistoria?
- Para poder cambiar las cosas hay que verlas tal y como son.
- Es posible pensar en el futuro y no aceptarlo. Aunque estamos condenados a la incertidumbre, la posibilidad de un mundo mejor es una certeza. Y siempre hay cosas que multiplican la esperanza.