Y tú, ¿a qué te dedicas?
Tal vez tú seas capaz de responder a esta pregunta de forma inmediata y en formato tweet (140 caracteres), yo no. Es más, tengo que confesar que la detesto, me obliga a definirme en forma de fotografía: aquí y ahora. Mi vida está siempre en movimiento. ¿Te sientes identificada con la situación?
Hoy, al finalizar Ellas 2.0, un encuentro siempre enriquecedor de una forma o de otra, una de las participantes me ha invitado a «congelarme» en esos 140 caracteres que mencionaba. «Yo me dedico a comprender, porque ese es mi único afán» podría haber sido una respuesta, o «me dedico a disfrutar del viento de la bahía, pero sólo cuando observo San Francisco desde Alcatraz», «los finales de mes me dedico a pagar nóminas» y «los viernes de verano a acompañar a nuestros pequeños alumnos a la piscina». Da igual, todas las respuestas me definen y ninguna lo hace. Pero es que además, la intencionalidad de la pregunta no es otra que averiguar la vinculación que existe entre lo que estás haciendo y tu forma de costearte la hipoteca. ¡Como si ésta fuera la única motivación que respalda tus acciones!
Repetir Ellas 2.0 me llevó a revisar algunos puntos de mi presentación. En ese camino me encontré con un maravilloso concepto, el Netbonding. Esta forma de establecer relaciones tiene más que ver con tejer redes que compartan tus valores, que con entrar en contacto con otros seres humanos con el interés económico como único telón de fondo. Comprendo que haya personas que no lo compartan, pero el funcionamiento es más que sencillo: puedes querer intervenir en el mundo que te rodea sin, necesariamente, tener que obtener una compensación económica a cambio.
Vivo de mi negocio, como empresaria entiendo que la independencia económica es uno de los caminos más satisfactorios hacia la libertad personal y profesional y hace mucho tiempo que transmitir lo que me voy encontrando en ese proceso de crecimiento se convirtió en una especie de autoexigencia. Devuelvo lo que la vida me va dando, creo que es lo más justo para mí y para los que me rodean en esta época que me ha tocado vivir. Y lo que más feliz me hace de todo este asunto es descubrir que no estoy sola, que no soy la única bicho raro que «se quiere comer la vida a través de sus instantes». Sentirte acompañada siempre es importante, sentir que esa compañía mira el mundo desde tu mismo ángulo, es magia.
Para las que aún llegadas a este punto sigáis sintiendo la necesidad de foto, la de hoy vendría a ser algo así como: «me dedico a confiar en las emprendedoras, la tecnología y los seres humanos menores de 20 años. Todos juntos estamos siendo capaces de cambiar el mundo». Si aún no es suficiente, sumérgete en Google, probablemente hallarás tu respuesta, pero desde luego no esperes que dedique una sola línea más en este post a contar cómo las lentejas llegan a mi mesa. A eso, aquí y ahora, no quiero dedicarme 🙂
Cuando me hacen esa pregunta, me siento muy identificado con Chendler, ese personaje de friends que despues de 8 temporadas, ninguno de sus amigos sabía qué hacía exactamente !
Mi familia tampoco lo tiene muy claro, y mi novia tampoco…
Solo saben que me paso el día enREDando 🙂
a mi, hoy, tampoco me apetece explicarlo…
Posiblemente esa pregunta se haga para etiquetar a las personas, en la comodidad imprudente de pensar que ya no hay que pensar más sobre ellas. Pones la etiqueta y a otra cosa mariposa.
El mundo de los prejuicios y las etiquetas es muy engañoso y a la vez muy tentador. Creo que es una cuestión de vaguería mental por encima de todo y de falta de valentía para dejarse sorprender…