Emprendedoras del mundo… conoceos
De mi recién finalizada incursión por tierras marroquíes me he traído muchas cosas, una de las más especiales, conocer de primera mano la aventura emprendedora de las mujeres de la Cooperativa Assouss Argane. Acercarte a otros mundos siempre engrandece la existencia, ser testigo de como otras mujeres consiguen su independencia económica, necesariamente ensancha el alma.
En el Valle del Sus y la costa de Haha, los bosques de argán (hoy Reserva de la Biosfera), permiten a centenares de mujeres caminar hacia la independencia económica y encarar el futuro y el presente de forma digna. Las mujeres en Marruecos avanzan a pasos de gigante si tenemos en cuenta que hasta 2004 la Mudawana (Código de la Familia) no les garantizó derechos básicos y fundamentales como la custodia y el sustento de los hijos, el divorcio y el acceso a la propiedad, entre otras cosas. Ellas han comenzado a hacer valer sus derechos y como resultado, en muchas zonas rurales han formado cooperativas agrícolas y artesanas que autogestionan y trabajan sintiéndose orgullosas de sus proyectos, no es para menos.
Aunque en Essaouira, que era uno de mis destinos, pueden existir más de 40 cooperativas que trabajan el árbol del argán para obtener un aceite destinado no sólo a fines gastronómicos sino también estéticos (es rico en Vitamina E), me decidí por las chicas de Assouss Argane por dos razones: cuentan con tienda-sucursal en Marrakech y trabajan codo a codo con un laboratorio italiano para exportar sus productos fuera de Marruecos. Esa actitud dirigida a traspasar fronteras con su producto (internacionalización de sus mercados) y el hecho de que algunas de ellas fueran licenciadas en literatura inglesa (no hablo ni francés, ni árabe), me llevó desde su tienda en el corazón del zoco, hasta su «factoría» en medio de los bosques de argán. La encantadora Hanane me recibió y me explicó con todo detalle el proceso, participé en él utilizando sus rudimentarias y ecológicas herramientas y consiguieron sorprenderme al afirmar que invierten más de seis horas en la extracción de un litro de argán: paciencia en estado puro. Admiro esta actitud y creo que es el secreto y la clave de cualquier producto o servicio de calidad y que quiera acercarse a la excelencia. Todo, absolutamente todo, lleva su tiempo y tiene su propio ritmo, no tiene sentido intentar modificarlo para conseguir objetivos a veces inventados y que se alejan de nuestra esencia como seres humanos y humanas.
Claro que esta experiencia de emprendimiento se aleja bastante de la que podamos experimentar en las zonas urbanas españolas, pero creo que en lo esencial subyace algo que nos une profundamente: nos sentimos orgullosas de lo que hacemos, lo defendemos apasionadamente, nos encanta compartirlo con aquellos y aquellas que se interesan por nuestro proyecto y ponemos un cariño extremo en la consecución del resultado. Además luchamos, a distinto nivel, con los problemas de visibilidad que afortundamente la tecnología nos ayudará a ir solucionando. ¿Habías oído hablar antes de los proyectos de estas mujeres? Si es así, ¿dónde?
Desde aquí, un bravo por las chicas del argán y una recomendación contundente para que os hagáis con una de sus cremas, son estupendas como antiarrugas. Os animo a compartir otras experiencias de mujeres emprendedoras alrededor del mundo, seguro que es muy enriquecedor para todas 🙂
Un artículo que te acerca otras realidades, diferentes de la nuestra, pero conuna esencia común en las intenciones y los motivos. Gracias por este estupendo enfoque!