Tres deseos
Me encanta toparme con una película inspiradora en una sobremesa perezosa de sábado. Ayer surfeaba sin rumbo con ayuda del mando a distancia, en busca de algo que me hiciera aterrizar en el sopor de la siesta, cuando de repente me topé con «Tres deseos» de Martha Coolidge. La siesta pasó entonces a un segundo plano.
Ya había visto esta película hace un tiempo. Me gustó, mucho. Así que me volví a sumergir en ella con la certeza absoluta de que mis dos horas siguientes iban a ser de disfrute. La historia es dulce, la estética haciendo referencia a la Norteamérica de los 50, cuidadísima y la interpretación de Patrick Swayze, entrañable.
Me gusta tres deseos sobretodo por tres planteamientos que se hacen a lo largo de este cuento de los 90 y que esconden potentes enseñanzas:
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Cuando ponemos muchísimo esfuerzo en algo, terminamos consiguiendo justo el efecto contrario de lo que nos proponíamos. Todo debe fluír.
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Si eres una exploradora y te adelantas en el camino , es normal que con frecuencia te sientas perdida. Efectos colaterales de la vanguardia existencial.
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Es importante saber manejar el «no» que te aleja de la mayoría, pero que te acerca a tu esencia. Duele al principio, pero es la única manera de hacer lo correcto.
Reencontrarme con esta peli me ha permitido descubrir a su directora, Martha Coolidge, una mujer inspiradora. Ahora quiero ver toda su obra. Aquí dejo una entrevista suya que merece la pena escuchar: