El venture capital está en crisis y matando la innovación
La inversión de riesgo (venture capital) ha sido durante mucho tiempo el combustible que impulsa las startups «teóricamente» más audaces, transformando ideas brillantes en empresas unicornio valoradas en miles de millones. Pero, ¿está este modelo en crisis, ahogando la misma innovación que pretende fomentar?
Los datos recientes sugieren que sí. Los unicornios, empresas con una valoración de más de mil millones de dólares, ya no son tan míticos como hace una década, su realidad está lejos de las fantasías de sus inicios. Estudios como el de Endeavor Insight revelan que, a pesar de sus grandes valoraciones, muchos de estos unicornios son más mito que realidad, con un camino hacia el éxito que difiere significativamente de las historias legendarias de proyectos que arrancaron en garajes y fundadores que se hicieron los hombres más ricos del mundo a partir de sus deserciones universitarias.
Esta desconexión se evidencia aún más al observar el panorama actual de las startups. Según American Affairs Journal, empresas como Uber, Lyft y WeWork, a pesar de recibir mucha atención e inversión, han acumulado pérdidas significativas, cuestionando la viabilidad a largo plazo del modelo actual de venture capital. Además, la tasa de retorno de las inversiones de capital riesgo ha disminuido en las últimas décadas, ahora apenas superando a los mercados de valores públicos, lo que plantea preguntas sobre la sostenibilidad del modelo.
El problema se agrava al considerar que la mayoría de las salidas de inversores en startups ahora se logran a través de adquisiciones en lugar de ofertas públicas iniciales (IPOs), lo que típicamente resulta en menores retornos. Esta tendencia hacia las adquisiciones y la disminución de la rentabilidad de las IPOs han creado un círculo vicioso, disminuyendo los incentivos para innovar y tomar riesgos.
El enfoque «cuánto más grande y más rápido, mejor» en el venture capital está mostrando signos de ineficacia. Un análisis comparativo entre startups que recaudaron menos de $100 millones («low-raisers») y aquellas que recaudaron más de $100 millones («high-raisers») reveló que las primeras, en general, superaron a las segundas en términos de valoración post-IPO y rendimiento a largo plazo. Las startups más financiadas tienden a tener un desempeño inferior después de la salida pública a bolsa, luchando por crear crecimiento a largo plazo. Este fenómeno contradice la creencia popular de que más capital garantiza más probabilidades de éxito.
Esta crisis en el venture capital no es solo un problema para los inversores y emprendedores, sino que tiene ramificaciones más amplias. Especialmente en EEUU, afecta las inversiones de instituciones importantes como fondos de pensiones y dotaciones universitarias, lo que a su vez tiene un impacto en la economía en general. Estamos viendo un cambio en el paradigma donde la innovación ya no es tan rentable como antes, lo que plantea la pregunta: ¿cómo pueden los emprendedores y los inversores adaptarse a este nuevo escenario?
Para revivir el espíritu innovador y empresarial, necesitamos un replanteamiento del sistema. Esto implica no solo un cambio en la mentalidad de los capitalistas de riesgo, sino también en nuestras universidades y escuelas de negocios. Necesitamos fomentar un enfoque más equilibrado y sostenible en la creación y financiación de startups, uno que valore el impacto a largo plazo y la sostenibilidad sobre las ganancias rápidas y las valoraciones infladas.
Quizás ha llegado el momento de explorar alternativas al modelo de venture capital tradicional, buscando maneras de financiar la innovación que no solo sean económicamente viables, sino también social y ambientalmente responsables. El futuro del emprendimiento y la innovación podría depender de ello.
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