El error está sobrevalorado

«Fail fast» es uno de los mantras más manidos de la cultura emprendedora. Qué te equivoques lo más rápido posible, dicen. Para aprender de ello y seguir avanzando. Yo, honestamente, si tengo que elegir, prefiero no meter la pata.

Equivocarse es un privilegio que algunas personas se pueden tomar mucho más a la ligera que otras. Desde lo simbólico, cagarla no debería penalizarse, pero lo cierto es que aunque nos repitamos hasta la saciedad que hay que aprender del error, por mucha sabiduría que obtengas de la experiencia, salir del asunto después es ya harina de otro costal. Y no me refiero sólo a la remontada emocional, que también. Es que fallar, en muchas ocasiones, tiene un coste inasumible.

«Si te equivocas rápido vas a dilapidar menos recursos que si inviertes mucho tiempo en el asunto», me contaban cuando emprendí mi primer proyecto. «Es que si me equivoco, rápido o lento o a trompicones, estoy jodida, porque he re-hipotecado mi casa para poner en marcha este proyecto y porque como no saque algo en claro de este intento, me va a costar salir del agujero que yo solita me he construído».

El riesgo que podemos asumir no es el mismo para todas. Por eso es tremendamente irresponsable, perverso y tóxico tratar de hacer creer a todo el mundo que la fórmula para avanzar y progresar en los proyectos emprendedores es ir a lo grande, ambicionar al máximo, pero dándose mucha prisa para toparse con el fracaso lo antes posible si esto es lo que tiene que suceder. Como si el destino del proyecto estuviera escrito desde el primer día.

No amiguis, hay que reivindicar los espacios seguros. También en el manejo de los tiempos. Porque pudiera ser que lo único que necesitas para no equivocarte es tomar buenas decisiones desde la calma y desde la serenidad. Pero resulta que desde ahí afuera te gritan constantemente para que no pares de correr.

Pararse a pensar, pararse a decidir, pararse a analizar es lo poco que tenemos todas esas muchas a las que el error puede salirnos muy caro.

De parar, de lo sobrevalorado que está equivocarse y de muchas otras cosas charlo con mi querida María Álvarez en este episodio de «Cuéntaselo a tu jefe», el podcast sobre la semana laboral de cuatro días. Ya te digo yo que darte unos minutos para escucharlo va a ser todo un acierto.

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