Las empresas que nos gustan: Bidii Baby Foods, comida para bebés creada a partir de la sabiduría ancestral de los Navajos

En estos días en los que estoy manteniendo muchas conversaciones en las que inevitablemente se cuela mi libro «Emprender con calma, una propuesta feminista para montar tu negocio sin caer en las trampas de Silicon Valley«, las personas más curiosas inmediatamente preguntan, «¿y cuáles son esas trampas?»

Son la hiperproductividad, el afán por superar a la competencia, la búsqueda de resultados rápidos y el crecimiento por el crecimiento; todo ello, a toda costa. Le dedico a cada trampa y a una propuesta alternativa un capítulo del libro. Y te muestro historias de empresas que ya operan bajo ese paradigma al margen de lo que se supone que es el camino canónico que debemos seguir cuando emprendemos.

Este texto que tienes delante es una prolongación del capítulo seis, «Largo plazo vs Cortoplacismo«. Y la historia de Bidii Baby Foods un ejemplo más de la mirada larga como alternativa al cortoplacismo imperante. La mirada larga es la estrategia que abre el plazo temporal más allá del tiempo considerado habitualmente en un plan de negocios. Aporta ventajas en la dimensión micro del emprendimiento- la que tiene que ver con la gestión cotidiana del propio negocio- y la macro, la que se refiere al emprendimiento como palanca de innovación social. Y es en esta última dimensión en la que me quiero detener con la historia que te traigo hoy.

¿Cómo de distintos serían los ecosistemas emprendedores y las soluciones que ponemos a disposición de la humanidad si por ejemplo, le diéramos una vuelta a nuestros modelos de negocio con el “Principio de la séptima generación” en mente?

Este principio es un concepto originario de la ley indígena iroquesa que enfatiza la importancia de tomar decisiones considerando su impacto en las próximas siete generaciones. Aunque proviene de una perspectiva indígena sobre la sostenibilidad y el respeto a la naturaleza, su aplicación en el emprendimiento y en los negocios está ganando popularidad. Esta idea de que la compañía perdure más allá de sus fundadores y lo haga vinculada al bien común es el mayor beneficio que la mirada larga emprendedora puede aportar al conjunto de la humanidad y la esencia de un negocio como Biddi Baby Foods.

La mirada larga de Bidii reconecta la nutrición de los bebés con el cuidado de la tierra

Tras el nacimiento de su primer hijo, los fundadores de Bidii Baby Foods, Zachariah y Mary Ben, se sintieron frustrados por la falta de alimentos frescos para bebés en los supermercados de la zona. Entonces, Zachariah, un agricultor Diné de sexta generación, y su esposa, Mary, una húngara estadounidense de primera generación con experiencia en salud pública, comenzaron a cultivar sus propios alimentos tradicionales: maíz Navajo, amaranto, calabaza, frijoles y melones. Con la experiencia de Zachariah en permacultura y agricultura tradicional, la pareja sacó cultivos de la granja de su abuela y los convirtió en cereales para bebés a base de maíz blanco deshidratado.

A su bebé Yabiito Yehoshzho, cuyo nombre significa «Agua del cielo, con la que se ablanda la tierra», le gustó tanto el resultado del trabajo de sus padres que los Ben lanzaron Bidii Baby Foods para brindarles a los niños indígenas alimentos ancestrales nutritivos y reconectar a las familias con la crianza de su prole y el cuidado de la tierra. Bidii Baby Foods ha alimentado desde 2022 a decenas de miles de niños y niñas, principalmente en Nuevo México, a través de programas escolares y otras organizaciones que proporcionan alimentos a la infancia.

Además de producir unas dos toneladas y media de su producto al año que venden íntegramente tras cada cosecha, han desarrollado el programa Farmer in Rezidence a través del que cada año forman a dos granjeros indígenas en temas agrícolas, pero también en habilidades emprendedoras y de gestión de negocio.

«Con la llegada de la industrialización nos distanciamos de la naturaleza. Estamos devolviendo a todo el mundo el método agrícola tradicional de no tener que trabajar con pesticidas. Al poder compartir eso con nuestras comunidades, podemos avanzar hacia un futuro más saludable. Desde que nació nuestro hijo sabemos que esto ya no va nunca más de nosotros. Donamos el 20% de nuestras semillas a Native Seeds/SEARCH- un centro de conservación de semillas tradicionales-, en Tucson, Arizona, para que pcompartir la información sobre cómo se han cuidado esas semillas con las futuras generaciones», sostienen Zachariah y Mary Ben.

Hoy más que nunca necesitamos de este tipo de emprendimientos útiles para enfrentar los desafíos más importantes que tenemos los seres humanos. Imaginar soluciones no puede hacerse en el mismo plano de pensamiento en el que se crearon, hay que proyectarse hacia el futuro, pero también hacia el pasado. Las sabidurías ancestrales que tanto han sido denostadas por el mundo de la empresa son una de las llave para hacer la revolución «colocando en su sitio cosas muy antiguas, pero olvidadas«.

¿Te ha interesado lo que has leído? Puedes profundizar aún más en ello leyendo mi libro «Emprender con calma«.

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