En un mundo que nos empuja a acumular contactos, seguidores y conexiones, el netbonding propone otra aproximación: la del cuidado. Es ese gesto de comunicarse con quien estimula nuestras ideas, no por interés inmediato, sino simplemente porque nos enriquece su presencia. Gestionar redes infinitas es agotador y en muy pocas ocasiones, productivo. En cambio, mantener vivas algunas relaciones profesionales desde la afinidad y el afecto es siempre fecundo. Yo cultivo una lista reducida con quienes trato de mantener contacto real cada cierto tiempo. Un mensaje, un recuerdo compartido, una invitación pequeña... esos gestos, sencillos y espontáneos, pero siempre atravesados por el interés genuino en la otra persona son el corazón del netbonding. |