Salvavidas emocionales
Cuando decidí «embarcarme» en la puesta en marcha de Atalaya Formación, acudí a cuantos cursos para emprendedoras encontré por el camino. Lo habitual era, y sigue siendo, que estos pequeños seminarios te introduzcan en los aspectos más básicos del plan económico financiero, el plan de marketing y en los detalles jurídicos y legales del asunto. Bien, útil. El objetivo era, en última instancia, que desarrollaras un Plan de Negocio que transmitiera a tus inversores la suficiente credibilidad como para que decidieran apostar por tu proyecto. Credibilidad basada en números sobre un papel que en principio lo sostiene casi todo. Esos inversores, en el 90% de los casos me atrevería a especular, son banca tradicional o lo que en tu día a día se traduce en sucursales con personitas dentro.
Desde la formación para emprendedoras, pasando por la literatura relacionada con el asunto, hasta los consejos de los «gurús» o los que creen serlo, nadie, nunca, me afirmó rotundamente que todo este asunto tenía que ver única y exclusivamente con seres humanos. Personas dentro de sucursales de bancos, personas que dan vida a tu proyecto, personas que compran tu confianza, personas que sufren, que ríen, que aman y que de vez en cuando también odian.
Pero sobretodo, personas con oídos para acompañarte en los momentos de dificultad, lo que yo llamo «salvavidas emocionales». Me contaron teorías sobre la liquidez, sobre la importancia de unas cuentas saneadas, un balance sin fondos propios negativos y nada de pérdidas acumuladas. Descubrir que el activo más valioso y que nunca colocas en un DAFO es la gente que te quiere y que te apoya, es algo que terminas aprendiendo con la suma de los días, las horas, los instantes…
Mi consejo es que pase lo que pase, mimes a esos salvavidas. Las complicaciones estarán ahí siempre, pero si de vez en cuando eres capaz de cubrirte las espaldas con ellos, retomar la existencia emprendedora (que es todo un estilo de vida) merecerá, siempre, la pena.
Dedicado con todo mi cariño y en este orden a mi otra mitad, mi familia y a mi equipo. Y sólo una cosa más, GRACIAS por mantenerme a flote 🙂
Un texto muy inspirador, Patricia. El emprendimiento tiene en su receta secreta muchos ingredientes, algunos técnicos como comentas, pero también mucha inteligencia social y emocial… 😉
Que no nos falte Patricia, y que no te faltemos nosotras a ti.
Hay momentos que la vida de las emprendedoras es mas duro de lo imaginable. Que piensas que porqué te has metido donde te has metido, y que te dan ganas de dejarlo. Pero tambien, hay momentos que no tienen comparación ninguna y que te hacen sentir viva y libre. Dueña de tus decisiones y tus actos… Ánimo Patricia.
Gracias chicas! 🙂